
JESÚS LUNA TORRES
Autor del libro Diario de un Quetzal. Ha participado durante 25 años en la Ruta Quetzal, aunque no siempre en la misma función. Su primera expedición fue en 1989 como monitor del grupo 14. Posteriormente en 1992, se volvió a incorporar al programa formando parte del equipo de material. A partir de 1993, su colaboración fue ininterrumpida, siendo subjefe de campamento hasta el 2000. Desde 2001 a 2016, desempeñó la labor de Jefe de Campamento.
1. ¿Qué beneficios puede aportar este proyecto en la vida de un joven?
Los beneficios para los jóvenes son múltiples. Yo destacaría el cambio de valores, porque la ruta los transformaba profundamente, haciendo que los jóvenes fueran conscientes de la riqueza que aporta la diversidad cultural y sobre todo, que vieran a los demás como seres humanos con quienes comparten muchas cosas. Era una verdadera vacuna contra la xenofobia y el racismo. Además de sensibilizar a los jóvenes sobre aspectos como el cuidado y respeto del medio ambiente, la paz, la solidaridad, la sostenibilidad, etcétera… Miguel también hacía mucho hincapié en conocer las culturas indígenas y valorarlas como sociedades que tenían mucho que enseñarnos.
2. ¿Habría modificado algún aspecto del proyecto?
El proyecto era genial, una idea fantástica de Miguel de la Quadra-Salcedo, inspirada como el mismo decía: “en el Crucero Universitario de la Universidad Complutense de 1933”. En la vida todo es mejorable. De modificar algo tal vez hubiera aumentado el número de participantes indígenas porque eran una gran aportación para el resto de los jóvenes, unos auténticos maestros de la vida.
3. Mencione algunos de sus mejores recuerdos (anécdotas, lugares, etc.)
Mis mejores momentos han sido muchos, pero sobre todo ver la transformación que experimentaban los jóvenes al acabar la expedición. Era un verdadero viaje iniciático como hacían los griegos. Nos cambiaba a todos la vida. Anécdotas, también recuerdo muchas por ejemplo cuando tuvimos que montar una guardia para que los expedicionarios no se comieran el asado de un cerdo de 150 kilos, que estuvimos haciendo toda la noche, en la bahía de las Flechas en la República Dominicana (1992) o cuando subimos al volcán Pacaya en Guatemala (2006) y veíamos un río de lava a escasos metros de nosotros.
4. ¿Cómo era su relación con los jóvenes?
Mi relación con los jóvenes fue siempre muy positiva, antepuse el humor y el dialogo a todas las dificultades y funcionó muy bien. También la cercanía me ayudó a comprender y resolver todos los imprevistos que nos iban surgiendo. Yo convivía junto con ellos y los monitores las 24 horas del día, al igual que el equipo médico, el equipo de material, etcétera. Éramos una familia.
5. ¿Qué diferencias notó en la ruta con el paso de los años? Sobre todo en los últimos, ¿Cree que se mantenía viva la esencia?
La ruta fue evolucionando, no fue ni mejor ni peor. Se fueron mejorando muchos aspectos, sobre todo: tecnología que se fue incorporando, información y equipos de los ruteros, selección de monitores, equipo médico, prospecciones del itinerario. Otros aspectos, desde mi punto de vista fueron a peor como: reducción del número de expedicionarios y la no participación de expedicionarios europeos.
6. ¿Qué cree que aportaban el aula de música y los titiriteros?
Los titiriteros y el aula de música eran dos aspectos fundamentales durante la expedición para encontrar ese momento con el arte y la diversión. Sus intervenciones eran siempre bien recibidas y aclamadas, ponían una nota de color a la dura vida de la expedición. Nos alegraban a todos y nos hacían disfrutar mucho con sus actuaciones. Nos hubiera gustado que hubieran sido muchas más…
7. ¿Disfrutaba del momento de la “despertà”?
Para mí el despertar era un auténtico ritual. Cada mañana antes de que se despertara el sol yo tenía la gran suerte de ser la voz que susurraba un nuevo día a los expedicionarios y tenía que hacerlo de una manera especial ya que era una situación muy delicada (estábamos agotados). Era un momento espectacular del que dependía todo el resto del día, por eso lo hacía divertido, sorpresivo, alegre, era mi gran momento creativo, único y trascendental. Incluso a mí me daba fuerzas y me ilusionaba.
8. ¿Vivía cada viaje como si fuese el primero?
Personalmente vivía cada expedición con la misma ilusión, fundamentalmente porque antes y durante el periplo Miguel de la Quadra-Salcedo, te hacía sentir parte indispensable de la misma y te transmitía todo su entusiasmo y pasión por lo que hacía.
9. ¿Algún susto?
Imprevistos, sorpresas, sustos… Siempre hay en las expediciones ya que forman parte de la esencia de los mismos. No obstante, lo importante es cómo las afrontas. Entre otros recuerdo cuando en la expedición de 2002 “Rumbo al Estrecho de Cattigara”, estando en una granja de cocodrilos en Panamá, al acabar nos faltaba un expedicionario. Enseguida surgió la preocupación debido al tipo de visita que habíamos realizado. Después de unos momentos de incertidumbre y preocupación todo se resolvió satisfactoriamente y lo encontramos plácidamente dormido en una de las dependencias de la granja. La historia fue la siguiente: uno de los responsables de la granja al ver a un joven indispuesto le proporcionó un lugar fresco para que se recuperara, el problema es que no informó a nadie de la ruta y de ahí surgió todo el problema. También en la expedición de 2014 “En busca de las Fuentes del Río de las Amazonas”, tuvimos una gran aventura. Fue cuando después del ascenso al Nevado Quehuisa, en la Cordillera de los Andes, el guía nos perdió a más de 5000 metros de altitud y tuvimos que afrontar una noche a diez grados bajo cero sin llevar el equipo adecuado para la acampada. Esta es una de las situaciones en las que más a prueba me ha puesto la vida. Salimos bien debido a mi experiencia en la montaña y a la colaboración de todo el equipo tanto de monitores como expedicionarios, organización, material, médicos, periodistas, cámaras, fotógrafos, y el grupo de rescate de alta montaña de Lari (Perú) que felizmente nos rescató 8 horas después.
10. ¿Mantiene relación con gente del proyecto?
Mantengo relación con mucha gente de la ruta de todo el mundo. Hoy día con las redes sociales esto es muy fácil y nos mantiene a todos conectados a pesar del tiempo y las distancias.
11. Comente la figura de Miguel en el proyecto
Miguel de la Quadra-Salcedo, es el “alma máter” del proyecto. Su ilusión y su pasión por lo que hacía era contagiosa y eso hacía del proyecto algo muy personal y emocional. Su trabajo era fundamental para que todo saliera adelante, no tenía horarios, ni días. Siempre estaba pensando en la expedición, en cómo mejorarla, hacerla más atractiva, interesante, ilustrada. En definitiva, crear una aventura que cambiase la vida de los expedicionarios. Él solía decir mucho que: “la Ruta Quetzal es un viaje iniciático” y tenía toda la razón, pero además era un programa de valores que nos hacía mejores personas a todos, en convivencia con los demás.
12. ¿Pesa demasiado la figura de Jefe de campamento con tantos jóvenes?
La responsabilidad era muy grande no cabe duda. Sin embargo, teniendo cerca la figura de Miguel de la Quadra-Salcedo, uno se sentía con fuerzas y sobre todo, con todo el apoyo que pudiera necesitar a todos los niveles. Miguel siempre estaba pendiente y cerca para cualquier problema que surgiera. Además, contaba con un equipo sensacional: un Subjefe/a de Campamento y un grupo de monitores/as, equipo médico, equipo de material. Extraordinarios profesionales que me apoyaban incondicionalmente.
13. ¿Qué papel tienen los patrocinadores?
Los patrocinadores eran los que hacían posible la expedición, su papel era esencial para poder afrontar los gastos y el coste total del programa. A cambio ellos obtenían el retorno de ese patrocinio a través del su presencia en redes, prensa escrita, radio, televisión, etcétera…
14. ¿Cree que resurgirá el proyecto? ¿Se volvería a involucrar?
El proyecto tal y como se llama y lo conocemos no creo que se vuelva a realizar, entre otras cuestiones porque los herederos legales de la Ruta Quetzal (la familia de Miguel), ya han comunicado a través de las redes sociales que no habrá más programa con el nombre de Ruta Quetzal. En resumen vienen a decir que era una idea de su padre y creen que debe quedar así, como recuerdo de Miguel, sin segundas partes. Sobre si me volvería a involucrar, no tengo ninguna duda que lo volvería a hacer por lo que aporta este programa a los jóvenes y sobre todo, por como transforma su escala de valores. Es algo único en el mundo, una forma de educar innovadora y diferente que además busca transformar el mundo en un lugar donde la solidaridad, la interculturalidad, la paz, la sostenibilidad sean los verdaderos y más importantes objetivos por los que jóvenes deben luchar.
16. ¿Conoce otros proyectos alternativos similares a la ruta movidos por ex ruteros? ¿Qué le parecen?
Conozco varios proyectos e iniciativas llevados a cabo por antiguos ruteros y me parecen fenomenal. Creo que son los frutos de las enseñanzas y las vivencias de Miguel y de la Ruta Quetzal. Este era el sueño de Miguel, que la ruta siguiera representada en todos los ruteros como parte de su espíritu creativo e innovador y comprometido con los jóvenes.