
fotografía realizada por María Borredá en la expedición de 2012 de la Ruta Quetzal

fotografía realizada por María Borredá en la expedici ón de 2012 de la Ruta Quetzal
En 1979 el periodista Miguel de la Quadra-Salcedo creó un programa por sugerencia de S.M. el Rey de España, Juan Carlos I. El objetivo era el de consolidar los cimientos de la Comunidad Iberoamericana de Naciones entre todos los países de habla hispana en la juventud de 16 y 17 años.
Comenzó llamándose Aventura 92, patrocinado por Banesto. Las tres primeras ediciones no tuvieron continuidad, sino que tenían años de separación. Fue a partir de 1988 cuando empezó a realizarse año tras año de forma ininterrumpida hasta 2016. Los patrocinadores han ido cambiando con el tiempo. En 1992 Panama Jack comenzó su colaboración con el proyecto proporcionando el equipamiento necesario y la mantuvo de forma ininterrumpida hasta el final; al igual que Hispasat que apoyó al programa con nuevas tecnologías. Banco Argentaria se unió en 1993 pasando a ser el patrocinador principal y dándole un nuevo nombre “Ruta Quetzal”. El Quetzal es un pájaro tropical de extraordinaria belleza que habita en selvas de México y Centroamérica. Esta ave legendaria se convirtió en el estandarte y símbolo del programa cultural. “Con la fusión de BBV y Argentaria en 2001, se renueva la confianza en el programa y se bautiza como Ruta Quetzal BBVA”, relata Cristóbal Baeza, encargado de la comunicación de patrocinios del BBVA. Nuevamente, en 2013, su nombre volvió a sufrir cambios y pasó a llamarse “Ruta BBVA”.

Un patrocinador decisivo
Cristóbal Baeza: “El patrocinio de la Ruta se enmarcaba dentro de los Programas sociales del área de Negocio Responsable del banco. El programa ha beneficiado a más de 10.000 jóvenes de todo el mundo y les ha permitido vivir y formarse en una experiencia única. Con el cambio de nombre se pretendía simplemente acercarlo más a la marca como con otros patrocinios de la entidad, por ejemplo: Liga BBVA. El nuevo nombre no supuso grandes cambios pero sí las novedades introducidas: temáticas para el fomento y la capacitación en habilidades para el emprendimiento, proceso de selección unificado para todos los participantes independientemente de su país de procedencia...
BBVA anunció en 2016 que la expedición de ese año sería la última que patrocinaría el banco, para centrar los esfuerzos en iniciativas con un mayor alcance y que brinden oportunidades a un mayor número de personas”.
En 2016 falleció Miguel de la Quadra-Salcedo y ese año se celebró la última edición de la ruta. Apenas un mes después de su finalización el BBVA anunció la retirada de su patrocinio. Celia Herráez, expedicionaria de Ruta BBVA 2016, atestigua: “Se hacían muchas cosas en su memoria. Durante todo el tiempo se hablaba sobre la posibilidad de que fuese la última, porque sin él no habría nadie que tirase del proyecto”.
Esta decisión de retirada del patrocinio conllevó el fin del proyecto, pues la financiera ponía mucho dinero para que éste pudiese realizarse. Esa resolución entristeció a muchas personas, por supuesto. Tanto a los que estaban implicados en el proyecto, como a los que les había cambiado la vida o los que esperaban vivirlo en un futuro. Un antiguo expedicionario de 1990 y monitor de Ruta Quetzal en 2004 y 2006, Pablo García, confiesa que “hubiese sido justo que se hubiese hecho un último viaje como recordatorio a la imagen de Miguel; él era el carisma del viaje. Creo que hay que saber quedar bien y que ahí el BBVA se equivocó. A mí me decepcionó mucho. Está claro que ponían mucho dinero, lo cual agradezco, y sus razones tendrían, pero no lo comparto”.
Este programa ha sido más que un viaje. Ha sido una expedición "iniciática", "ilustrada" y "científica" en la que se mezclan la educación en valores, la cultura y la aventura.
En sus treinta y una ediciones, la expedición ha recorrido América y Europa siguiendo siempre las huellas de personajes cruciales en la historia de la Comunidad Iberoamericana, dando especial importancia a las culturas precolombinas y a las épocas de la independencia de los países iberoamericanos, sin olvidar las tres culturas que España pasó a América: la islámica, la judía y la cristiana.
Tras su desaparición la página web de la Ruta BBVA se eliminó. El contenido que se había ido acumulando año tras año de la Ruta Quetzal quedó inaccesible. Fotos, vídeos, crónicas… todo se borró, dejando un gran vacío de contenido de la historia del proyecto. A este hecho se sumó la eliminación del contenido referente a la ruta de La 2 RTVE A la Carta. La cadena realizaba cada año un programa fraccionado en capítulos llamado “Teleruta” que mostraba la experiencia y las actividades que se realizaban.
En 2018 se publicó una nueva página web llamada “Ruta Quetzal” que contiene la esencia del proyecto. Explicación del programa, historia del fundador Miguel de la Quadra-Salcedo, breve descripción de todas las expediciones realizadas y pequeña biblioteca de fotografías. La página está muy bien estructurada y mantiene la esencia del proyecto pero el contenido multimedia es escaso. Su reaparición dio que pensar. Es evidente que debía quedar algún rastro o recuerdo de lo que fue ese gran proyecto que cambió la vida de más de 10.000 jóvenes y de la esencia de Miguel. Por lo tanto lo más probable es que se haya hecho como homenaje. Aunque también deja una puerta abierta: ¿Resurgirá la Ruta Quetzal?. Hay diferentes opiniones al respecto. Puede que no aparezca otro proyecto con el mismo nombre ni exactamente igual, pues intervienen muchos factores. Lo que se puede asegurar es que el espíritu de la Quetzal y de Miguel no desaparecerán, pues hay muchas personas dispuestas a promulgarlo. Ya han surgido proyectos con el mismo espíritu promovidos por ex ruteros y seguro que no serán los únicos.
¿Qué había que hacer para participar?
A través de un riguroso proceso de selección, los expedicionarios eran elegidos entre los mejores estudiantes de cada país. En España, los participantes debían realizar un trabajo siguiendo los requisitos recogidos en las Bases de Participación del Concurso que se presentaban anualmente. Había diferentes tipos de trabajo como histórico, literario, musical o artístico. Además se podría elegir entre diferentes temas relacionados con el motivo de la expedición de ese año. Tras haber sido preseleccionados debían enfrentarse a una entrevista presencial en Madrid.
En el resto de países, eran las Embajadas españolas, a través de sus Consejerías Culturales y de Educación, las que, en colaboración con los Ministerios de Educación de cada país, desarrollaban las actuaciones correspondientes en la gestión y elección de los seleccionados en coordinación con la Organización del programa.
En 2013 cambiaron las bases del proceso de selección, como hemos mencionado anteriormente. “En 2013 sólo se podía elegir entre un trabajo histórico o musical. Además había que hacer un proyecto de emprendimiento social para ayudar a alguna causa”, relata Blanca Piriz, expedicionaria de la ruta en 2012 y 2013. Ella vivió de primera mano los cambios que experimentó el proyecto. Blanca cuenta algunos de esos cambios que notó: “Las conferencias culturales y las visitas a museos aminoraron, dejando más tiempo a la publicidad y la promoción. Además después de ese año se eliminaron las plazas de todos los países que no tenían BBVA. Aumentaron mucho las plazas en sudamérica, donde la empresa estaba expandiéndose”.
La respuesta de Cristóbal Baeza, como portavoz del BBVA, al respecto es la siguiente: “la organización y el banco decidieron introducir algunos cambios en el programa con el fin de actualizarlo y adaptarlo a las necesidades de una nueva generación de jóvenes, con diferentes inquietudes y situaciones académicas”.
En efecto, la ruta acostumbraba a reunir a jóvenes de más de 50 países y en 2014 la cifra se redujo en más de la mitad. Únicamente participaron 21 países. Este cambió afectó sobre todo a Europa. Aunque parte de la esencia de la ruta era la multiculturalidad, en este momento quedó minada por los intereses empresariales. Pues está claro que los siguientes participantes perdieron la oportunidad de compartir la experiencia con jóvenes del resto de Europa.
Respecto al caso de Blanca Piriz, no es la única que repitió su participación en la ruta, aunque este era un caso casi excepcional. Todos los años al finalizar la expedición, los participantes podían optar a dos concursos: el mejor diario de ruta y la mejor foto de la ruta. El premio era regresar al año siguiente. Aunque esta recompensa, en el caso del concurso fotográfico empezó a aplicarse en 2011 y conllevaba una condición. El ganador volvería a vivir la experiencia como fotógrafo de campamento. Su misión era ayudar al fotógrafo oficial tomando imágenes más cercanas entre los jóvenes. Para ello, era como un expedicionario más aunque con algunos beneficios. Lucía Muñoz fue la primera en obtener esta recompensa, pues participó en 2011, y cuenta al respecto que ese segundo año, aunque fue diferente también le gustó muchísimo. Tenía más responsabilidad y visión de cómo trabajaba la organización pero también más libertad.


Miguel de la Quadra-Salcedo: “Para ser feliz hay que necesitar menos cosas, conocerse bien y tener cultura. Cultura que se obtiene respetando las de otros países”.
¿Qué significaba ser expedicionario?
Esta experiencia se suele definir como “única” puesto que supone un antes y un después en la vida de los jóvenes. Es un instrumento que sirve para sensibilizarles en cuanto a la protección del medio ambiente y el desarrollo del espíritu de cooperación internacional. El viaje superaba el mes de duración y visitaba tanto América como Europa. Más de 200 adolescentes provenientes de países muy dispares se enriquecían a nivel intelectual y humano, pues sus relaciones personales se potenciaban creando un clima de comprensión y solidaridad mutuo. De esta manera mejoraba la cooperación entre todos los países participantes. Observaban con atención los lugares que visitaban y las diferentes culturas con el fin de crear una nueva y más real escala de valores que va más allá de la riqueza y la pobreza.
La aventura estaba presente pues debían aprender rápidamente a montar y desmontar el campamento; una labor que practicaban casi todos los días. Realizaban largas caminatas por paisajes espectaculares. Visitaban lugares emblemáticos y recibían conferencias que les acercaban al lugar y a su historia. Realizaban actividades deportivas. Aprendían a vivir con lo justo: dos mochilas eran su único equipaje. Siempre rodeados de música y de la cultura del lugar. Pendientes en todo momento de seguir conociendo gente. Aunque toda esta aventura también tenía la tranquilidad de estar rodeada de un gran equipo de profesionales: monitores, médicos, autoridades…
El trabajo de todos los equipos de profesionales era fundamental. Los médicos estaban alerta las 24 horas y transmitían confianza a los adolescentes para confiarles cualquier malestar. Los monitores eran realmente una pieza indispensable en la expedición. Las pruebas de selección eran muy estrictas para elegir a los mejores. Cada uno era responsable de un grupo de más de 20 muchachos o muchachas. En poco tiempo formaban una gran familia. Se acostaban los últimos y se levantaban los primeros para preparar al detalle el itinerario. También tenían que estar pendientes del ánimo del grupo, de que todos se relacionasen y aprendieran. Una tarea muy compleja, orientada y apoyada siempre por el jefe de campamento.
Iker Goñi, monitor 2012 relata: “El mejor recuerdo que guardo como monitor fue cuando uno de mis chavales en la primera semana me dijo que sus compañeros se reían de él. Identifiqué un poco a los líderes del grupo y les explique la situación. En 24h volví a preguntarle cómo se encontraba y me dijo que mucho mejor. Finalmente creo que fue uno de los más queridos. Ese pequeño gran reto que se me presentó y no sabía cómo gestionar tuvo un final feliz”.
Jara García, como monitora 2012 y subjefa de campamento 2013 confiesa: “Entendía muchas cosas como monitora que antes no entendía. El funcionamiento de los grupos, la labor del jefe de campamento, Jesús Luna, que es una persona increíble. Digno de admirar. He aprendido muchísimo de él. Cómo trata a la gente con esa tranquilidad, aún en momentos de máxima tensión”.
Antiguos participantes reafirman la importancia de esta vivencia. Pablo García manifiesta: “Te ayuda a abrir la mente de una manera exponencial. Cuando fui expedicionario conocí gente de todas partes del mundo y culturas. La mente se me abrió totalmente y desde entonces considero que viajar es lo mejor que podemos hacer en esta vida. Es muy importante para evitar caer en fallos como xenofobia, racismo… Es un solo planeta. Debemos entender la riqueza y diversidad cultural. Hay que conocer gente con otra manera de pensar”. Lucía Muñoz, expedicionaria en 2011 y 2012 reconoce: “para mí fue la experiencia de mi vida y esta idea se consolida con el paso de los años. Son edades muy flexibles y me hizo mucho más fuerte. Formó mi identidad en ese momento crítico de la adolescencia. Fue fundamental en muchísimas decisiones de mi vida, en cómo soy yo hoy y en cómo seré en el futuro”. También Blanca Piriz proclama: “Es una experiencia de cambio personal a una edad muy adecuada. Ahora me considero viajera y no turista. Me intereso por la vida de los pueblos, sus costumbres… Antes era muy materialista pero a partir de ahí valoré más otro tipo de cosas como la amistad, los buenos momentos…”.
Cada año la expedición era recibida en una audiencia privada por SS.MM. los Reyes de España y participaba en actos oficiales con los presidentes de gobierno, gobernadores y otras personalidades de los países visitados.
Desde 1990, es un programa declarado de "Interés Universal" por la UNESCO. Asimismo los gobiernos de los países protagonistas de las expediciones lo han declarado de “Interés Nacional” en cada país y han colaborado en él a través de sus ministerios de Cultura, Turismo y Defensa.
En España, el apoyo del Ministerio de Defensa a través de la Armada Española ha sido decisivo en la realización del programa con la prestación de sus buques “Galicia” y “Castilla”, gracias a los cuales la expedición Ruta Quetzal ha navegado en varias ocasiones por aguas del Mediterráneo, el Cantábrico y el océano Atlántico durante su etapa española.
El Programa Académico de la expedición estaba dirigido por la Universidad Complutense de Madrid. Orientado a presentar múltiples actividades que ayudasen a despertar su vocación en nuevas áreas de conocimiento. También a impulsar las relaciones históricas y de futuro entre Europa y América en completa unión con las ciencias y técnicas de nuestro tiempo.

Aula de música
Los expedicionarios podían apuntarse al aula para participar en actividades musicales a lo largo de la ruta. Los integrantes han vivido la aventura de la música en los lugares más insólitos: a los pies de un volcán, a la vera de un río, o dentro de un avión a 6.000 metros de altura.
Ensayaban sin descanso para mostrar la riqueza del patrimonio musical español y sudamericano. Descubrían la música que sonó en la época de los viajes del Almirante, la del nacimiento del barroco americano, y la música de raíz popular, española, africana y americana.
Además de ofrecer conciertos a lo largo de sus expediciones, han realizado actuaciones benéficas y homenajes musicales.
“Creo que el aula era algo fundamental. También para los que no habían tocado la música. Descubrir melodías a la gente y compartir ese tipo de arte en entornos donde normalmente no lo hacían era un gusto. Es una satisfacción como músico difícil de describir”, expone Borja de Juan, profesor del aula de música de 2010 a 2016.

Red de ruteros
Esta experiencia vital ha creado una red de ruteros enorme. Personas que aunque no se conozcan han vivido la misma aventura y que no se cansan de compartir esos buenos momentos. Sólo por llevar algún objeto identificador de la ruta son capaces de reconocerse y entablar una larga conversación. No importa si la diferencia de edad ha alcanzado una cifra de dos números. Como dicen los participantes del proyecto, disponen de casas por todo el mundo y siempre que viajen tienen la tranquilidad de poder recurrir a algún antiguo compañero. Cualquier expedicionario recuerda con gran cariño los despertares con los titiriteros o con las frases de Jesús Luna, jefe de campamento. Todos se emocionan al oír cantar la canción “Moza de Ruta Quetzal”. Cualquiera se quedaría prendido al escuchar algunas de esas fascinantes anécdotas.
Vicky Cortés, expedicionaria en 1990, asevera: "Cuando tengo la oportunidad de estar con un rutero de cualquier edición trato de compartir experiencias de nuestros viajes y de nuestra forma de ver el mundo gracias a Miguel. Me parece fascinante que un proyecto juvenil tenga la capacidad de mantenerse durante 31 ediciones, uniendo tantas vidas. Ojalá continuase en el futuro muchos más años para que los jóvenes del mundo pudiesen vivir y sentir esa experiencia. En el 2015 recuperé muchos contactos gracias a Facebook. A raíz de ahí he viajado a reencuentros y poco a poco he ido viéndome con compañeros".
Posible reaparición
Telmo Aldaz, sobrino de Miguel de la Quadra-Salcedo, opina: “Sobre la reaparición de Ruta Quetzal no sé nada. Creo que de esos miles de jóvenes que han ido saldrán proyectos preciosos. Si no iguales, con ese mismo espíritu que nos impregnó a los que tuvimos la suerte de ir. De una manera o de otra, tanto los que han participado, los que lo llevaron o la familia de Miguel, creo que tienen esa idea. Porque ha sido una preciosidad de proyecto que yo creo que no estaría bien que se perdiese. Pero la providencia va mandando y las cosas van saliendo. Desde España Rumbo al Sur estamos muy contentos y damos gracias a Dios cada año de poderlo hacer y de que ese pequeño legado no se pierda de esa manera”.
La respuesta a la pregunta sigue quedando en el aire. Aunque tras escuchar distintas opiniones en las entrevistas realizadas, se puede llegar a una conclusión. Si surge un nuevo proyecto, no será una prolongación del mismo, pues se entiende que “La Ruta Quetzal” era Miguel de la Quadra-Salcedo. Se reinventará, cogerá fuerzas de nuevo y seguro que mantendrá el espíritu de la original. En cuanto a quién lo hará posible, será gente que le tenga mucho cariño al programa. Pueden ser familiares de Miguel, antiguos integrantes de la organización o ex ruteros; al final es lo de menos. Lo importante es seguir brindando esa oportunidad a jóvenes de nuestro país y de todo el mundo.

Otros proyectos
Como se ha podido comprobar, el proyecto de la Ruta Quetzal -nacido bajo el nombre de Aventura 92- ha servido de inspiración a miles de personas. A los que lo vivieron y también a los que no. Y como no podía ser de otra manera ha sido imitado de una forma u otra, en menor o mayor medida, por otros proyectos.